me siento, mar, a oirte. ¿te sentarás tú, mar, para escucharme?
r. alberti

jueves, 30 de diciembre de 2010

mar


NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

NERUDA

miércoles, 29 de diciembre de 2010

cerro del trigo



Los Borres.
Abajo
el Guadiato discurre
charlatán, encajonado,
bajo la atenta mirada verde
de la Sierra impenetrable,
acechante.
Cerro del Trigo.
Monte umbrío y hueco
que acoge quejigos,
alcornoques, madroños,
aladiernos y lentisco,
monte habitado de respiraciones atentas,
de movimientos inquietos,
agazapados.
Cerro del Trigo,
espacio de sensualidad desbocada,
es ratonera y territorio
de trampa y muerte,
donde el silencio atronador es garante de vida,
fiel centinela ante el peligro

Silencio, Vida.
Paisaje cotidiano
que transitan animales
y que guarda suspiros, palabras,
desesperación y miedo
de gentes
que allí arrastraron
sus vidas
y esperanzas.
Barranco de la Huesa,
Borres,
Cerro del Trigo:
lugares donde el viento,
-otra vez sólo el viento-
con la ayuda del silencio,
podrá contar
los sueños que aquellas Gentes
de la Sierra
urdieron
y nunca avistaron

Agustín Carrasco Leiva

martes, 28 de diciembre de 2010

¿pasarás tú, mar pálido, algún día
también la última hoja,
viendo espantado al arribar al índice
las páginas y páginas ya idas?
(rafael alberti)